Deje de lavar mis manos
Desde el precioso momento aquel/ verde
En que una serpiente brotó, austera
De mis falanges lineales

Dispute a mis amigos
Compañeros de oficina/ inclusive vecinos
La hermosa cualidad
De sentir en mis manos
La delicadeza de aquel ofidio

Cada día despertaba reptando
Sentía descender mi cuerpo/ escamoso
Acostado sobre la mesa ratona
Lamiendo el aire desde lo lejos

Y así fui perdiendo mi reputación
En las noctámbulas conversaciones/ viciosas
Reventaba mis cascabeles opacos
Sobre alguna mesa de salón

Divagando de la soledad
Disfrazaba mis sentidos/ bifidos
Para desorientar a los malhechores
Que no entendían nunca, mi condición de mortal.